La violación de Lucrecia

poema de William Shakespeare
La violación de Lucrecia
The Rape of Lucrece (Shakespeare). Pintura de Henry Corbould y grabado por Charles Rolls.
The Rape of Lucrece (Shakespeare). Pintura de Henry Corbould y grabado por Charles Rolls.
Título original The Rape of Lucrece
Autor William Shakespeare
Publicación 1594 (hace 430 años)
Idioma Inglés
Género Narrativa poética
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La violación de Lucrecia (en inglés: The Rape of Lucrece) es un poema narrativo compuesto por William Shakespeare publicado por primera vez en 1594. El poema está inspirado en el personaje histórico Lucrecia de la Antigua Roma.

Citas editar

E editar

  • «El afán humano aspira, sobre todo, a mantener la existencia con honor, bienestar y contento hasta su fin; y en alas de tal deseo, luchamos con tantos escollos, que exponemos un bien por todos o todos los bienes por uno».[1]
    • Fuente: Est. 21.
  • «El ansia de vencer tiende incansablemente a la victoria, y cuando un gran tesoro es el precio que se aguarda, aunque lleve consigo la muerte, la muerte no se toma en cuenta».[1]
    • Fuente: Est. 19.
  • «El cuervo puede bañar en un pantano sus alas negras como el carbón, y emprender su vuelo, sin que el fango de aquellas se distinga; pero si el cisne, blanco como la nieve, quiere hacer lo propio, la mancha lucirá sobre sus plumas de plata. Los pobres vasallos son una noche oscura; los reyes un día espléndido. Los mosquitos vuelan por donde quiera sin dejarse ver; las águilas atraen todas las miradas».[1]
    • Fuente: Est. 145.
  • «El hielo de la timidez se disuelve al fuego del amor».[1]
    • Fuente: Est. 51.
  • «El honor y la belleza bajo la guarda del propio favorecido, poca resistencia ofrecen contra un mundo de asechanzas».[1]
    • Fuente: Est. 4.
  • «El verdadero dolor es pueril e irritable como un niño, que, desde el instante en que se encapricha, no se satisface con nada».[1]
    • Fuente: Est. 157.
  • «El oir, es causa frecuente de las seducciones del corazón humano».[1]
    • Fuente: Est. 6.
  • «En nuestros locos intentos, renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser, y esta torpe, ambiciosa fiebre de poseerlo todo, nos atormenta tanto con la deficiencia de lo que tenemos, que no nos cuidamos de lo poseido, y solo por falta de razón, reducimos a nada lo que queremos aumentar».[1]
    • Fuente: Est. 22.
  • «En tanto que rige la fuerza, el ánsia lucha con los atractivos que le brindan satisfacción; pero al rendirse la potencia, la rebelde culpable implora merced».[1]
    • Fuente: Est. 102.

L editar

 
Portada de la edición de 1616.
  • «La aflicción ama los sones melancólicos que tienen pausas de llanto».[1]
    • Fuente: Est. 161.
  • «La falta ignorada es como un pensamiento sin realizar».[1]
    • Fuente: Est. 76.
  • «La villanía, envuelta en las sombras de la ciega noche, es tanto más tiránica cuanto más invisible».[1]
    • Fuente: Est. 97.
  • «Las almas tristes sufren mortalmente en jovial compañía; el dolor prefiere, sobre todo, la sociedad del dolor. El verdadero pesar siempre halla marcado alivio cuando se pone en contacto con otro pesar análogo».[1]
    • Fuente: Est. 159.
  • «Las penas de muy atrás, no las recientes, son las que se suavizan; el trascurso del tiempo mitiga las primeras; las segundas, violentas, parodian al nadador inhábil que zambulle sin parar y con esfuerzos desmedidos se ahoga por falta de destreza».[1]
    • Fuente: Est. 157.
  • «Los grandes sufrimientos se agravan considerablemente al presentir su alivio».[1]
    • Fuente: Est. 160.
  • «Los hombres tienen corazones de mármol; las mujeres corazones de cera; que toman por esto, la forma que les imprime el mármol. Débiles oprimidas, a efecto de la violencia, del dolo o la astucia, sufren las impresiones extrañas. No las juzguemos malas de por si; pues tampoco seria mala, a nuestro juicio, la cera en que se hallase estampada la imagen de un demonio».[1]
    • Fuente: Est. 178.
  • «Los pensamientos no son más que sueños, en tanto que no se hacen patentes sus efectos».[1]
    • Fuente: Est. 51.
  • «Los príncipes son el espejo, la escuela y el libro en que se ven, se instruyen y leen los ojos de los vasallos».[1]
    • Fuente: Est. 88.
  • «Los que desean mucho, se afanan tanto por adquirir, que tiran y derrochan sin provecho lo que, sin poseer, tienen en sus manos, y así, por aguardar lo más, alcanzan al fin lo menos. Y si consiguen adelanto, el fruto de él es solo una saciedad, una inquietud tàn constante, que se ven arruinados por la pobre riqueza de su medro».[1]
    • Fuente: Est. 20.
  • «Los que pierden la mitad de su bien viven con más resignación que aquellos cuyo bien total es despojo de la ruina».[1]
    • Fuente: Est. 166.

M editar

  • «Mientras impera la insolencia del desenfreno, ningún cargo puede dominar su ardor ni reprimir su violento afán: es preciso que, al igual de un pobre rocín, la pasión egoista se fatigue ella misma».[1]
    • Fuente: Est. 101.
  • «Mientras más poderoso es el hombre, más inspira su conducta veneración u horror; pues la infamia supina se adhiere al rango más alto. Si las nubes velan la luna, su desaparición se nota al punto: los pequeños luminares, por el contrario, pueden ocultarse impunemente».[1]
    • Fuente: Est. 144.

P editar

  • «Pobres desmanes impresionan a pobres desventurados; el amor no prospera en corazones que se amedrentan de las sombras».[1]
    • Fuente: Est. 39,

S editar

  • «Si el ultraje de un vasallo no logra borrarse nunca, las malas acciones de los reyes tienen que vivir eternamente».[1]
    • Fuente: Est. 87.

Referencias editar

  1. 1,00 1,01 1,02 1,03 1,04 1,05 1,06 1,07 1,08 1,09 1,10 1,11 1,12 1,13 1,14 1,15 1,16 1,17 1,18 1,19 1,20 1,21 1,22 1,23 Shakespeare, Malone, Velasco y Rojas (1879)

Bibliografía editar

  • Shakespeare, William; Edmond Malone (ed. inglés), (traducción de Matías de Velasco y Rojas) (1879). «Poemas y sonetos». Pensamientos, máximas, aforismos y definiciones: entresacados de todos los poemas, sonetos, comedias, historias y tragedias de William Shakspeare. Con adicion de los trozos más selectos contenidos en sus diversas obras. Madrid: M. Minuesa. pp. pp. 13-18.  En Google Libros