Santiago Rusiñol

pintor, escritor y dramaturgo español
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Santiago Rusiñol
«La mujer que quiere imitar al hombre debe pensar que queda tan mal como el hombre que imita a la mujer»
«La mujer que quiere imitar al hombre debe pensar que queda tan mal como el hombre que imita a la mujer»
Véase también
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Santiago Rusiñol (Barcelona, el 25 de febrero de 1861-Aranjuez, el 13 de junio de 1931) fue un pintor y escritor español.

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  • «Al hombre que tiene una enfermedad oculta, no tendrían que dejar que se casase; a la mujer que tiene mal genio oculto, menos».[1]
  • «Al trabajo le llaman virtud los que no tienen que trabajar, para engañar a los que trabajan».[1]
  • «A quien los médicos declaran loco le encierran en un manicomio. Los que aún no han sido declarados locos enloquecen a quienes les escuchan».[1]
  • «Aquel a quien le hacen un homenaje ya puede ir preparándose el nicho».[1]
  • «Así como hay personas que necesitan llevar anteojos negros para no estropearse la vista, las hay que necesitan llevar una funda en el corazón, para no echar a perder la vida».[2]
  • «Cuando dicen de uno ‘es un buen hombre’, o le perdonan la vida o lo explotan».[1]
  • «Cuando un artista no tiene éxito, cree que todos tienen la culpa menos él».[1]
  • «Cuando un hombre se cae y los otros no se ríen, mala señal para el que se ha caído».[1]
  • «Cuando un hombre tiene razón no grita y, cuando no la tiene, grita para simular que la tiene».[1]
  • «Cuando uno no es del mismo parecer que los que mandan, para que no haya discusión, lo fusilan».[1]
  • «Cuantos más enemigos tiene un hombre, más gente va a su entierro».[1]
  • «Decir ‘Dios te ampare’ a los pobres es enviarlos a cobrar a casa de un desconocido, sin recomendación».[1]
  • «Déjame vivir ilusionado que para lo que dura la vida, más vale engañarnos seriamente, y no andar en controversias».[4]
  • «De todas las formas de engañar a los demás, la pose de seriedad es la que hace más estragos».[5]
  • «Dos cosas que molestan mucho en la vida son los gritos de los niños y el silencio de los viejos».[1]
  • «El aprensivo ya tiene los males antes de padecerlos».[1]
  • «El día que no haya sacerdotes, los anticlericales tendrán que cerrar. No sabrán con qué engañár al pueblo».[1]
  • «El hombre calvo cree tener talento y el que tiene pelo largo cree tener genio. Pero el cerebro no se da cuenta de la diferencia».[1]
  • «El hombre que no tiene creencias, cree en que cree que no las tiene».[1]
  • «El juego es altamente moral. Sirve para arruinar a los insensatos».[1]
  • «El obrero se vanagloria dignamente de ser obrero, aunque hace todo lo que puede para dejar de serlo».[1]
  • «El pueblo admira más al rico que lo explota que a quien se arruina por servirle».[1]
  • «El que manda sólo puede imponerse llenando el estómago de los que le ayudan».[1]
  • «El que se autodenomina librepensador no es lo suficiente libre ni lo bastante pensador».[1]
  • «El triunfo de las mayorías no es razonamiento: son empujones».[1]
  • «Hay dos maneras de triunfar: causando compasión o produciendo envidia. Pero la envidia es más duradera, porque el envidioso es más constante».[6]
  • «Hay hombres que pasan su juventud aprendiendo tres o cuatro lenguas. Cuando las dominan, no saben qué decir».[1]
  • «Las academias de Bellas Artes son buenas para enseñar, pero no para aprender».[1]
  • «La mujer que quiere imitar al hombre debe pensar que queda tan mal como el hombre que imita a la mujer».[1]
  • «Las mujeres, primero razonan; después piensan en lo que han dicho».[1]
  • «La tarea del verdugo no se sabe quien la empieza ni dónde acaba».[1]
  • «La urbanidad es el conjunto de reglas para poder sobrellevar la estupidez».[1]
  • «Los baños que se toman por limpieza, limpian; y los que se toman por enfermedad, ensucian».[1]
  • «Los bebedores de alcohol malgastan su vida. Los de agua la conservan para luego no saber qué hacer con ella».[1]
  • «Los curas son los administradores del alma y el purgatorio es su casa de empeños».[1]
  • «Los disgustos, entre novios, son averías; entre matrimonios, son choques».[1]
  • «Los enfermos que tienen enfermedades que no se pueden contagiar, no producen tanta compasión».[1]
  • «Los jóvenes se hacen elogiar porque son jóvenes, y los viejos se hacen venerar porque son viejos: todo es cuestión de calendario».[1]
  • «Los mosquitos, para comer, propagan las fiebres, pero el hombre, para comer, propaga las guerras».[1]
  • «Los que llevan dientes postizos llegan a creer que son suyos».[1]
  • «No hay drama más emocionante que la lectura de un testamento. Y eso que ho hay protagonista!».[1]
  • «Para las beatas, rezar es como hacer un solitario».[1]
  • «Para sentir admiración por hacia un sabio es preciso no entenderlo bien».[7]
  • «Quien confiesa sus culpas lo hace para, una vez se ha quitado el peso de encima, poder cometer otras».[1]
  • «Quien duda es carne de purgatorio».[1]
  • «Quienes buscan la verdad merecen el castigo de encontrarla».[8][9]
  • «Quien habla bien de nosotros tiene que ser muy tonto para que nos lo parezca».[1]
  • «Quien quiera que corra una noticia, que la cuente en secreto. De esto se ha servido la masonería».[1]
  • «Si el jugador ganara siempre, ya no llamaríamos vicio al juego».[1]
  • «Si es verdad, como aseguran, que la propiedad es un robo, el día que todo sea de todos, todos seremos ladrones».[10][11]
  • «Si fuera cierto que el viajar enseña, los revisores de billetes serían los hombres más sabios».[1][12]
  • «Si los jueces, después del juicio, fuesen juzgados, algunos irían a prisión».[1]
  • «Sin saberlo, las mujeres son buenas madres. Los hijos, para ser buenos hijos, tienen que aprender. Generalmente, cuando lo logran, la madre ya ha muerto, y han llegado tarde».[1]
  • «Todos decimos tonterías. Los filósofos son los únicos que las dicen con verdadera seriedad».[1][13]
  • «Una revolución es el triunfo de los ambiciosos de abajo sobre los perezosos de arriba».[1]
  • «Un boxeador que mata a otro es un asesino al que paga el público».[1]
  • «Y, por último, el que escribe un libro de pensamientos no piensa bien al hacerlo, pues todos estos pensamientos podrían escribirse a la inversa».[1]

Referencias

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  1. 1,00 1,01 1,02 1,03 1,04 1,05 1,06 1,07 1,08 1,09 1,10 1,11 1,12 1,13 1,14 1,15 1,16 1,17 1,18 1,19 1,20 1,21 1,22 1,23 1,24 1,25 1,26 1,27 1,28 1,29 1,30 1,31 1,32 1,33 1,34 1,35 1,36 1,37 1,38 1,39 1,40 1,41 1,42 1,43 1,44 1,45 1,46 1,47 1,48 1,49 1,50 1,51 Pájaros de barro. Máximas y malos pensamientos. Piensa mal y acertarás. pág/ed. 2012. Erasmus Ediciones, ISBN 9788492806812.
  2. Ortega (2013), p. 3765.
  3. Señor (1997), p. 310.
  4. Ortega (2013), p. 2210.
  5. Señor (1997), p. 370
  6. Ortega (2013), p. 4063.
  7. Bartra (1994), p. 271.
  8. Bartra (1994), p. 271.
  9. Palomo (1997), p. 287.
  10. Bartra (1994), p. 271.
  11. Señor (1997), p. 452.
  12. Señor (1997), p. 557.
  13. Ortega (2013), p. 4017.[modifica el texto]

Bibliografía

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  • Rusiñol, Santiago (2012). Pájaros de barro. Máximas y malos pensamientos. Piensa mal y acertarás. Erasmus Ediciones, ISBN 8492806818, 9788492806812. En Google Libros.
  • Señor, Luis (1.ª ed. 1997/2017). Diccionario de citas. Espasa Calpe.  ISBN 8423992543.