José María Arguedas

escritor y antropólogo peruano
José María Arguedas Altamirano
«En la medida que el ámbito indígena se difunde y colora a los otros grupos y realidades; en la medida que se proyecta sobre ellos, la diversidad de sangres, cultura e intereses adquiere el frescor rudo de una esperanza inédita, y la sabiduría absorta de quien empieza reconocer su fortaleza».
«En la medida que el ámbito indígena se difunde y colora a los otros grupos y realidades; en la medida que se proyecta sobre ellos, la diversidad de sangres, cultura e intereses adquiere el frescor rudo de una esperanza inédita, y la sabiduría absorta de quien empieza reconocer su fortaleza».
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José María Arguedas Altamirano (Andahuaylas; 18 de enero de 1911—Lima; 2 de diciembre de 1969) fue un escritor, antropólogo y etnólogo peruano.

  • «Los descubrimientos hechos por el hombre antiguo, acerca de la naturaleza humana y las leyes que rigen el mundo externo, permitieron a los incas organizar una sociedad de alto nivel en cuanto a la técnica que hizo posible la abundancia de bienes y un sistema federal en cuanto a las creencias religiosas, las artes, y las formas de recreación, todo este conjunto sistematizado en un orden político estricto y de tanta eficacia que el hombre antiguo trabajó, sin considerar el trabajo como una desventura, mucho más que ningún tiempo y tanto como el que más en el mundo. De este modo dominó una naturaleza agresiva, atemorizante, aparentemente invencible, majestuosa y tierna. Convirtió abismos en jardines, (no estamos haciendo poesía sino exponiendo un hecho histórico comprobado universalmente y difundido) irrigó desiertos, construyó millares de kilómetros de caminos excelentes».[1]
  • «¿Qué nos ofrece Oswaldo Reynoso, este escritor que se proclama marxista y leninista? ¿Qué es lo que nos ofrece Lima? Una porquería, y el hombre no es una porquería. Quizá sea este el momento cuando la juventud debe tener fe en este país. ¿Por qué? Porque nosotros nacimos en un país dividido: indios, mestizos, blancos, divididos por vallas casi infranqueables. ¡Jóvenes, esas barreras se están rompiendo, las hemos roto! Yo he contribuido, como han contribuido todos a romper esas vallas».[2]
  • «Ahora la palabra indio me parece que ya tiene un sustento más justo, un contenido más justo; indio ya quiere decir hombre, económica y socialmente explotado y, en ese sentido, no solamente todos somos indigenistas en el Perú, todos somos indios de un pequeño grupo de explotadores».
  • Fuente: Encuentro de Narradores Peruanos, 1968[3].
  • «Cuando los que dirigen el país comprendan que la muralla que el egoísmo y el interés han levantado para impedir la superación del pueblo indígena, el libre desborde de su alma, debe ser derrumbada en beneficio del Perú, ese día aflorará, poderoso y arrollador, un gran arte nacional de tema, ambiente y espíritu indígena, en música, en poesía, en pintura, en literatura, un gran arte que, por su propio genio nacional tendrá el más puro y definitivo valor universal».
  • Fuente: Nosotros los maestros, 1986[4].
  • «La literatura, poesía o novela requiere, como bien lo sabes tú, el don especial, raro, de sentir el vínculo que existe entre el universo, el hombre y el mundo que el hombre mismo ha creado en la tierra, de tal manera, y con tanta intensidad, que ya no pueda dedicarse a otra cosa que a expresar esa experiencia y a perfeccionar el lenguaje del que se vale para interpretarlo».
  • Fuente: Letras Peruanas[5].
  • «El hombre hace la literatura y después la literatura contribuye a modelar al hombre. Las artes forman la médula de un país, rigen al ser humano; su propia libertad, la más alta y absoluta es posible; y los frutos de ella, llevan el sello de lo antiguo, de la obra de los predecesores, cuando éstos han existido».[6]
  • «Quise ver cómo los mestizos contribuyen al crecimiento de Lima, y cómo están defendiendo su peruanismo. Y cómo están logrando que se comprendan las virtudes del pueblo serrano, que en la capital, no solo eran desconocidas sino absolutamente menospreciadas».[7]
  • «La lucha es un bien, el más grande bien que le ha sido otorgado al hombre, pero siempre que la lucha no sea irremediablemente estéril o inútil, porque entonces ya no es lucha, es el Infierno».[8]
  • «La tarea verdaderamente heroica y difícil fue la de extender a la mayoría de la población capitalina esta comprensión por el arte llamado indígena».[9]
  • «"Gracias, Pedro" –le contesté–. "No sé bien a qué llamas idealista y a qué ‘poner los pies en el suelo’… Sin duda existe un conflicto entre tu pensamiento y el mío, entre las raíces de nuestros pensamientos… ¿Quién está más desbocado? ¿Quién tiene más el jugo del suelo? Quieres cambiar y uniformar a los otros. Necesitas más de mí que acaso percibo mejor cada detalle del mundo"».[10]
  • «–¡Desear! Es cosa del pequeño burgués idealista. ¡Hacer con orden y sin miedo! Eso es del hombre del partido».[11]
  • «Yo no milito en las filas de ningún partido político, no me he inscrito en los registros de ninguna agrupación partidarista; mi conducta ha estado normada siempre por la inspiración de mi propia conciencia, en la más absoluta libertad».[12]
  • «Casi todos esos artistas no han tenido la oportunidad de convivir íntimamente con el pueblo cuya vida tratan de interpretar ni han sentido muy hondo el propio mensaje andino».[13]
  • «Yo encontraba en la revista [Amauta] una orientación doctrinaria llena de una fe inquebrantable sobre el hombre y sobre el Perú, a través de esta fe en el porvenir del hombre, fe que no se ha destruido ni se destruirá jamás en quienes vivimos entonces, es que empezamos a analizar nuestras propias vivencias y a dar curso a nuestra fe en el pueblo indígena, el mestizo y aún los señores, a quienes no les negamos la posibilidad de contribuir también en la construcción del gran Perú».[14]
  • «En lo que se refiere a mi actitud como hombre y como escritor he de decir que estoy por la violencia, pero no una violencia irracional, sino una violencia inteligente, organizada, para cambiar al país. Las otras posiciones de reforma lenta o paulatina o de revoluciones pacíficas, en mi concepto personal, son engañifas:la única solución para el país es la violencia, menos mal que ya estamos entrando en esa etapa. En lo que se refiere a mi creación literaria, creo que es una consecuencia directa de mi actitud vital, porque yo no puedo explicar a un escritor comprometido con su país que simplemente tenga un compromiso teórico; yo creo que el escritor comprometido con su país necesariamente debe tener una militancia política, no una militancia de politiquería, sino una militancia política en el sentido de estar adherido teórica y prácticamente con una ideología, eso es militancia política».[15]
  • «Como obrero que soy, tengo entendido que el realismo literario, y más aún si se trata de realismo socialista, ese realismo no consiste en dar una visión fotográfica de la vida de los trabajadores, sino en que el autor, el escritor, el novelista, el narrador, ponga de sí su ideología, es decir, que sepa volcar en el trabajador su esperanza».[16]
  • «Yo creo que se nos mezclan dos parcelas que no siempre coinciden: la parcela de la realidad y la parcela de la verdad. La realidad puede no ser verdadera, la verdad puede no ser real, entonces cuando nos ponemos a hablar de realidad y novela, ¿nos estamos refiriendo a la novela y verdad? Si nos estamos refiriendo a novela y verdad estamos en una discusión bizantina y ociosa. La novela es una invención, el arte es una invención, es una gran mentira, es la más maravillosa de las mentiras».[17]

Referencias

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  1. Arguedas, José María. «Razón de ser del Indigenismo en el Perú». En Formación de una cultura… Op. Cit. Pág. 193.
  2. Arguedas, José María. «Motivaciones del Escritor». Op. Cit. Pág.25.
  3. Arguedas, José María y otros. Primer Encuentro de Narradores Peruanos. Latinoamérica Editores. Lima 1968. Op. Cit. Pág. 243.
  4. Arguedas, José María. Nosotros los maestros. Editorial Horizonte. Lima 1986. Pág. 58.
  5. Arguedas, José María. «Carta sobre ‘La Batalla’». En Letras Peruanas. Revista de Humanidades. Agosto de 1955. Pág.66.
  6. Arguedas, José María. «Reflexiones peruanas sobre un narrador mexicano». En El Comercio. Suplemento Dominical. 8-5-66. Pág. 3.
  7. Carta de Arguedas a Manuel Moreno Jimeno. Sin fecha. (Octubre de 1940). En: Forgues, Roland. José María Arguedas, la letra inmortal. Ediciones de los ríos profundos. Lima, 1993. Pág. 12.
  8. Arguedas, José María. «La caída del Angel», en Expreso, 19-12-62. Pág.10.
  9. Arguedas, José María. «La colección Alicia Bustamante y la Universidad». En El Comercio, Suplemento Dominical. 12-1-69. Pág. 30.
  10. Arguedas, José María. El Sexto. Editorial Losada, Buenos Aires 1974. Pág. 47
  11. Arguedas, José María. El Sexto. Editorial Losada, Buenos Aires 1974. Pág. 140
  12. Arguedas, José María. «Rectificación a una publicación en La Tribuna». En La Prensa, 18-9-47. Pág.3.
  13. Arguedas, José María. «Ensayo sobre la capacidad de creación del pueblo indio y mestizo», aparecido originalmente en Canto Quechua y reproducido en KAPSOLI, Wilfredo. Nosotros los Maestros. Lima 1968. Editorial Horizonte. Pág.59.
  14. Arguedas, José María y otros. Primer Encuentro de Narradores Peruanos. Latinoamérica Editores. Lima 1968. Op. Cit. Pág. 236.
  15. Arguedas, José María. Primer Encuentro de Narradores Peruanos. Latinoamérica Editores. Lima 1968. Op. Cit. Pág. 57.
  16. Arguedas, José María y otros. Primer Encuentro de Narradores Peruanos. Latinoamérica Editores. Lima 1968. Op. Cit. Pág. 71.
  17. Arguedas, José María y otros. Primer Encuentro de Narradores Peruanos. Latinoamérica Editores. Lima 1968. Op. Cit. Pág. 104-105.

Bibliografía

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  • Pinilla, Carmen María (1994), Arguedas: conocimiento y vida, Pontificia Universidad Católica del Perú, ISBN 84-8390-975-8