Lo más triste del amor, no es el amor mismo que uno cultiva y gradualmente lo lleva a un onírico mundo de alegría y fantasía, sino la falta de atención, el no saber escuchar y convertir el amor en habito y una rutina.

Todos queremos creyendo amar, y nunca arriesgamos a intentar amar por miedo a perder, mas aun aprender a perder es el inicio de saber amar, cuantos vivimos llenos de miedo y dudas para al final de nuestra existencia preguntarnos si en verdad aprendimos a amar o, si con quien pasamos nuestras vidas era el amor verdadero del que hablaba Shakespeare, Sabines o Neruda, quizás nunca lo sabremos, pero tal vez valió la pena intentarlo.

La grandeza de un hombre no radica en su físico, fortuna o posición social, sino en sus decisiones.

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