Mohammad Najibulá

presidente de Afganistán
Mohammad Najibulá
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Mohammad Najibulá (Mehlan, 6 de agosto de 1947-Kabul, 27 de septiembre de 1996) fue un político afgano, presidente de la República entre 1987 y 1992.

  • «La amistad, que los padres nos legaron, iluminada por el genio de Lenin y la sagacidad de Amanulá Kan, se ha hecho aún más profunda, más fuerte. Se convirtió en una hermandad de sangre, una fraternidad de armas y lucha. ¡Se convirtió en el internacionalismo en la acción, se convirtió en el patriotismo en acción! Vamos a avanzar sintiendo el apoyo fraterno y confiando en la inviolable unidad patriótica. Nuestra amistad con la Unión Soviética es eterna.»
  • «Siempre debemos estar atentos los revolucionarios, más cuando los bandidos están activos y son apoyados por el terrorismo de Estado de Ronald Reagan. Pero podemos confiar en nuestro pueblo.»
    • Ante la cuestión: «Ud. parece que no se preocupa por su seguridad. Viaja mucho más por el país que lo que sus predecesores».[1]
  • «Stalin también era un patriota, como yo».[1]
  • «Afganistán es atacado por un dragón satánico de tres cabezas: los bandidos locales, las fuerzas reaccionarias de la región y el imperialismo mundial encabezado por Estados Unidos».[1]
  • «El camarada Gorbachov ha asegurado que la Unión Soviética apoyará a las fuerzas progresistas y revolucionarias. Eso esperamos».[1]
  • «¿Por qué consideran a esos asesinos de madres y niños y muchas otras personas como presos políticos?».[1]
  • «Las puertas de nuestro país están abiertas a todos aquellos que quieran volver a casa y ayudar a la sociedad».[2]
  • «Los afganos están cansados ​​de la guerra, quieren la paz. Y estoy seguro de que la política de paz vencerá».[3]
  • «Puedo decir con certeza que las Fuerzas Armadas Afganas son capaces de rechazar con eficacia todos los ataques contra la convivencia pacífica del pueblo afgano, siempre y cuando, se detenga la intromisión armada desde el exterior».[3]
  • «El Partido Democrático de Afganistán no es un partido marxista-leninista».[3]
  • «¿Cómo llegué a ser un revolucionario? Estudié en un liceo en Kabul y me iba de vacaciones con mi padre, que servía en Peshawar, todos los años. En algún lugar de Jalalabad había un alto. Y ahí, una cascada clara. Las mujeres y los hombres estaban separados. Y un día veo a una mujer que corre a lo largo de un camino en la parte superior y le grita a alguien de los hombres: "su hijo nació". Todo el mundo comenzó a ir cuesta arriba. Yo estuve buscando durante veinte minutos dónde acababa de pasar y ví a la mujer que dio a luz envuelta en un chal y con su hijo lléndose con una caravana de nómadas. Sentí un impulso interno, temblaba. Pensé, ¿por qué la mujer afgana debe dar a luz en la tierra entre las piedras, como animales desamparados? No pensaba en una revolución sino que sólo me estaba llenando de ira y vergüenza. Yo amaba mi tierra y mi pueblo, ¿por qué él tiene que vivir como lo peor de la raza humana?»
  • «[La política de Reconciliación Nacional] tiene como objetivo el fin de la guerra, la consecución de la paz y la reconstrucción del país. La proclamamos por primera vez hace tres años, y desde entonces hemos alcanzado considerables éxitos. Puede decirse que en el plano internacional esta política ha logrado aumentar la autoridad y la credibilidad del Gobierno afgano. En el interior del país ha conseguido atraer a muchos afganos, incluidos comandantes y jefes de la oposición armada, con lo que se consolida la posibilidad de restablecer la paz en toda la nación».[4]

Citas sobre Najibulá

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  • «Los talibanes irrumpieron en su habitación [la de Najibulá] y lo sometieron junto con su hermano gravemente golpeado, y cuando se desmayaron, los arrojaron a la parte trasera de una camioneta que se llevó a los presos al palacio presidencial en la oscuridad de la noche. Ahí Najibulá fue castrado y lo arrastraron atado a un jeep por las calles de la ciudad, hasta que finalmente se le dio un disparo en la cabeza. Mismas torturas tuvo que soportar su hermano, pero en vez de bala, murió ahorcado. Ambos cadáveres fueron colgados en un pilar de concreto cerca del palacio presidencial, no muy lejos del edificio de la ONU en Kabul. En sus manos pusieron cigarrillos y en los bolsillos dinero —los talibanes querían significar con ésto que los acusados fueron ejecutados por una vida desenfrenada.»
  • «Najibulá era un hombre alto, grueso y un poco regordete, con una personalidad abierta y atractiva. Era joven y lleno de ambición y vitalidad. Najib tenía una amplia erudición cultural y política. Ciertamente, entre los dirigentes afganos fue distinguido por la inteligencia, alto rendimiento y la capacidad de entender rápidamente las características de una situación compleja y sacar conclusiones razonables... Al igual que todos los afganos, Najib es muy astuto y capaz de movimientos inesperados y poco convencionales... En general, las fuerzas de Najibulá eran fuertes. Sin embargo, no logró reunir alrededor de sí otros líderes de alto nivel político y militar.»
    • General Mahmut Gareev de la URSS en su libro Infiel. No, pero la guerra continúa. 2002. Moscú: Insan.
  • «El horror olvidado de la guerra en Afganistán, que ahora nos devuelve fugazmente al vacío abrupto de las calles de Kabul, ha estado alimentado durante mucho tiempo no sólo por impasibles estrategas de gabinetes de guerra fría, sino también por todos aquellos que jaleaban las locuras del imperialismo militante en la convicción de que mostrar debilidad e indecisión en las guerras es renunciar a la victoria. Contra aquel Mohamed Najibulá y su programa de modernización todo servía —es cierto, sí, no era Afganistán una democracia ejemplar, y el gobierno se empeñaba en que las mujeres fuesen también a escuelas y universidades, y procuraba erradicar esos sudarios femeninos que ahora ya son obligatorios, y pretendía con desigual fortuna acabar con banderías medievales y lapidaciones de adúlteras—, todo servía, incluso devolver al país a una edad media de mendigos y bandidos, introduciendo armas y financiando a teólogos de la muerte de los que hoy nadie se siente responsable.»
    • El periodista Higinio Polo en su artículo de 1996 La impunidad de la victoria, escrito ante la publicación de las imágenes de las atrocidades de los talibanes, entre ellas, el asesinato de Najibulá. Fuente.
  • «Najibulá o Dr. Najib, como se le llamaba, era un patriota distinguido de su país, fue un político notable, un sabio, con un gran talento, incluso para asuntos militares, y siendo médico de profesión. Fue una personalidad brillante que inspiraba respeto, y nos agradó mucho... El Dr. Najib fue un defensor de la justicia social, no un comunista ortodoxo, pero el destino fue injusto con él. Estoy convencido de que la memoria del gran afgano Najibulá vivirá para siempre.»

Referencias

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