María Florencia Freijo

escritora argentina
María Florencia Freijo
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María Florencia Freijo (1987, Mar del Plata, Argentina) es una escritora feminista argentina.[1]

Citas editar

  • «La historia de las mujeres es esa linea que va de una educación basada en el ser gobernadas a una conformación como ciudadanas gobernadas».[2]
  • «Las mujeres que se liberan de los mandatos son las que liberan a otras».[3]
  • «Nos han enseñado que tenemos que modificarnos y recortarnos enteras para transformarnos en esa mujer que va a ser deseada, que va a ser querida».[4]
  • «Para muchas mujeres el matrimonio o la convivencia sigue siendo un lugar de ascenso social».[5]

Discurso feminista editar

  • «Cuando no se le ponen condiciones al varón, ahí gana el patriarcado. Ese es el gran problema que hay hoy en la sexualidad. Hay mucha información sobre el placer y sobre el autoconocimiento, pero todavía no hemos logrado poner límites a una masculinidad que ha sido avasallante con las condiciones de vida de las mujeres [4]. Los vínculos de supervivencia, básicamente, se dan cuando las mujeres no tienen qué elegir. La mayoría de las mujeres que entran en el ámbito de lo doméstico (se casan, están a cargo de sus hogares y dedican la mayor parte de su tiempo a sus hogares) sufren un empobrecimiento económico o patrimonial [5] Es imposible la cantidad de cosas que tenemos las mujeres en la cabeza. Si no fuéramos madres, probablemente, el síndrome de cuidadora se vería reflejado en nuestra relación con una amiga que lo está pasando mal, con nuestra madre o hasta con nuestra pareja. Hablo con mis seguidoras en las redes: tienen 20 años y el día de la madre le están comprando el regalo a su suegra porque su novio no sabe qué regalarle a su mamá [6] El rosa y el violeta gustan mucho tanto a niñas como a niños porque es un color que a su edad, visualmente, llama mucho la atención. Lo que me pregunto siempre es por qué los niños no los eligen. Más que sean ellas las que los eligen, me preocupa la represión que están poniendo en los nenes para que no lo hagan. Es una hipótesis, pero siento que en esta represión se empieza a esconder el odio hacia la mujer. El inculcarles a los niños que los juguetes feminizados están mal puede hacer que empieces a ver con negatividad aquellos procesos que tienen que ver con lo femenino. Esto no pasa en las mujeres. A ningún padre le molesta que la nena juegue a la guerra o al fútbol. A lo sumo, hay algo de machismo, pero no del orden de la molestia. [7]».</ref>
  • «Cuando tenemos información, podemos tomar microdecisiones que van a ir mejorando la calidad de vida de otras mujeres. Por ejemplo, negocio conmigo misma la incomodidad de ir a una reunión sin maquillaje. Si lo hago, puede que piensen que soy una mujer con menos poder o que está masculinizando su imagen. Y eso puede tener un castigo. Pero también hay que entender que el castigo va a existir por el simple hecho de ser mujer, ya que si vas demasiado arreglada o maquillada, probablemente también te van a decir algo. Tenemos que trabajar internamente con estas exigencias y darnos cuenta también cuando nosotras mismas exigimos más a las otras mujeres. Hay que romper ese sesgo. Y es muy difícil de hacer porque está naturalizado y se activa automáticamente como verdad. ¿Qué podemos hacer? Leer mucho y tener mucha información para tomar buenas decisiones y poder cambiar el sentido de algunas cosas que vemos y decodificarlas de manera distinta. Eso nos va a ir construyendo ciertos niveles de libertad y empezar a hacer sentir segura a la otra. Ahora siento que no nos podemos brindar un lugar de seguridad. El feminismo, que tenía que ser un lugar de seguridad para nosotras, se ha convertido en un nuevo lugar de exigencia».[6]

Referencias editar

  1. "Florencia Freijo, una pésima feminista". en línea.
  2. (Mal) Educada, Editorial Planeta, 2020, página 46, ISBN 978-950-49-7129-0.
  3. Clarín
  4. "Llegué al feminismo a través del estigma de ser puta"[1]
  5. “Los vínculos de supervivencia siguen siendo una trampa mortal para las mujeres” [2].
  6. “El feminismo se ha convertido en un nuevo lugar de exigencia”[3]».