Henri Dunant
hombre de negocios y filántropo suizo
Henri Dunant | |||||||||||
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Jean Henri Dunant (Ginebra, 8 de mayo de 1828 - Heiden, Suiza, 30 de octubre de 1910) o simplemente Henry Dunant, fue un empresario y filántropo suizo, creador de la Cruz Roja Internacional. Por su labor, se le condecoró con el primer premio Nobel de la Paz.
Citas
editar- «La gente común no tiene historia: perseguidos por el momento presente, no pueden pensar en preservar la memoria del pasado».[1]
Memorias
editar- «En un hospital de Cremona, dijo un médico italiano: “Reservamos lo bueno para nuestros amigos del ejército aliado, damos a nuestros enemigos lo estrictamente necesario y, si mueren, ¡peor para ellos!”, añadiendo –como si quisiera disculparse de estas bárbaras palabras– que según informes de algunos soldados italianos que habían regresado de Verona y de Mantua, allí los médicos austríacos dejaban morir, sin socorrerlos, a los heridos del ejército franco-sardo. Una noble dama de Cremona, allí presente, pues prestaba servicios de enfermera en ese y otros hospitales, tras escuchar las palabras del doctor no dudó en manifestar su desaprobación diciendo que ella asistía con la misma solicitud a los austriacos y a los aliados, y que no hacía diferencias entre amigos y enemigos. “Porque –añadió– Jesucristo no hizo tales distinciones cuando se trataba de hacer el bien”».
[In one of the Cremona hospitals, an Italian doctor had said: "We keep the good things for our friends of the Allied Army, and give our enemies the bare necessities. If they die, so much the worse!" and he added, to excuse these barbarous words, that he had heard from some Italian soldiers who had returned from Verona and Mantua, that the Austrians allowed the wounded of the Franco-Sardinian army to die uncared for. A noble lady of Cremona, Countess..., who had heard the doctor's words and had been devoting herself to the hospitals with the utmost zeal, made haste to show her disapproval by declaring that she gave exactly the same attention to the Austrians as to the Allies, and made no difference between friends and enemies. "For, she said, "Our Lord Jesus Christ made no such distinctions between men in well doing."[2]