Diferencia entre revisiones de «Emilio López Arango»

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ARTICULOS DE ARANGO
 
 
== '''Sindicalismo y anarquismo''' ==
 
Traducido de "Pensiero e Volontá", de Roma, se publicó en estas mismas columnas un artículo del compañero Malatesta que trata de la relación qué en la teoría y en los hechos, pueda existir dentro el anarquismo y el sindicalismo. El referido camarada plantea una cuestión de contrasentido entre esos dos términos, explica a su modo la función del movimiento obrero y la actividad, de los anarquistas fuera y dentro de los sindicatos y, en una nota final, sutiliza sobre palabras que dice, haber recogido de La Protesta. El artículo de Malatesta generaliza sobre un problema aun no suficientemente discutido y aclarado.
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Podrá alegar Malatesta, y con él todos los defensores del anarquismo político — de las organizaciones especificas, al margen del movimiento obrero y en oposición a los partidos electorales— que la aceptación del rótulo anarquista en los sin¬dicatos supone el embanderamiento en una tenden¬cia exclusivista y que por ser tal rechaza a los que previamente no acaten su programa. Pero esa imposición, que por otra parte se manifiesta en to¬dos los órdenes de la actividad humana, a pesar de nuestras prédicas libertarias, no ejerce en el movimiento obrero funciones violentas. Nosotros no forzamos a los obreros de un oficio o de una industria, por el hecho de tener idénticos intereses como asalariados, a plegarse a nuestras organi¬zaciones. Preferimos prescindir del vinculo de clase para unir a los trabajadores de acuerdo con sus ideas. De ahí que propiciemos la división de las corporaciones improvisadas sobre bases económicas y sometidas a una rígida disciplina, organizando en su lugar tantos movimientos obreros como tendencias dividen al proletariado.
No hay nada más absurdo que la unidad de clase, propiciada por los partidos políticos para consolidar su propio poder sobre los trabajadores. Sin participar de esos propósitos, por una falsa interpretación del movimiento obrero —según nuestro modo de ver— Malatesta y Fabbri propician también esa unidad, y, para dar el ejemplo, comienzan por renunciar a toda propaganda que responda a fines escisionistas.
Al obrar así, Malatesta y Fabbri se reconcilian con su propio pensamiento. No podían seguir sosteniéndose en la posición contradictoria, de una falsedad evidente, que mantuvieron en los últimos años. Si propiciaban la neutralidad doctrinaria en los sindicatos y la unidad de clase como medio para hacer posible toda acción de conjunto contra la burguesía, no era lógico que al mismo tiempo apoyaran a la Unión Sindical Italiana, producto de la escisión, como entidad proletaria opuesta a la C. G. T., que además de contar en su seno con la mayoría de los trabajadores organizados representa el papel de campo neutral abierto a todas las tendencias... a condición de que las no oficiales acepten el programa de la camarilla dirigente.En realidad, es el anarquismo político el que propicia la conjunción de esos dos términos antitéticos "anarcosindicalismo", que nada expresan como doctrina, pese a los esfuerzos de ciertos teorizadores de la ambigüedad. ¿Acaso necesitamos nosotros unir esas dos palabras para calificar nuestra conducta de militantes y exponer la orientación del movimiento que impulsamos dentro del conjunto proletario? No sostenemos el equivoco de los que son anarquistas en el partido o en el grupo y sindicalistas en el sindicato. De la misma manera que rechazamos las subdivisiones que especifican una especialidad de la propaganda: la de los antimilitaristas, de los racionalistas, de los anti-alcoholistas, de los vegetarianos, de los esperantistas, etc., etc., y creemos que el anarquis¬mo es uno solo en toda la infinita variedad de actividades revolucionarias, así combatimos la caprichosa división de los anarquistas en el campo económico y en el terreno político. Y no damos valor al alegato de los que, para justificar su especialidad declaran que las demás especialidades son erróneas o peligrosos semilleros de corrup¬ción.
En realidad, es el anarquismo político el que propicia la conjunción de esos dos términos antitéticos ''anarcosindicalismo", que nada expresan como doctrina, pese a los esfuerzos de ciertos teorizadores de la ambigüedad. ¿Acaso necesitamos nosotros unir esas dos palabras para calificar nuestra conducta de militantes y exponer la orientación del movimiento que impulsamos dentro del conjunto proletario? No sostenemos el equivoco de los que son anarquistas en el partido o en el grupo y sindicalistas en el sindicato. De la misma manera que rechazamos las subdivisiones que especifican una especialidad de la propaganda: la de los antimilitaristas, de los racionalistas, de los anti-alcoholistas, de los vegetarianos, de los esperantistas, etc., etc., y creemos que el anarquis¬mo es uno solo en toda la infinita variedad de actividades revolucionarias, así combatimos la caprichosa división de los anarquistas en el campo económico y en el terreno político. Y no damos valor al alegato de los que, para justificar su especialidad declaran que las demás especialidades son erróneas o peligrosos semilleros de corrup¬ción.
Se nos dice que el sindicato es por su naturaleza reformista. Pero es necesario explicar e! alcance de esa palabra. La conquista de mejoras económi¬cas, la diaria lucha contra el capitalismo, la resistencia a los abusos del poder, ¿es labor de refor¬mistas? ¿Supone el deseo de conquistar algo que quede definitivamente consagrado por las leyes, en oposición a futuras conquistas? En la esfera del salario, toda conquista es transitoria, perecedera, puesto que está sujeta a contingencias económicas que no puede regular el mismo capitalista. En con¬secuencia, no hay reforma legal, sino modificación constante en el valor de los medios de cambio y en la equivalencia del trabajo que el obrero realiza, cuyo trabajo mide la burguesía con su cartabón económico.
Esa misma acción defensiva la realizan los par¬tidos políticos en la esfera parlamentaria, dando a la reforma su verdadera expresión. Y el anarquismo político, aun cuando prescinda del parlamento y repudie la acción reformista de los grupos electorales no hace otra cosa que propiciar esos cam¬bios en las condiciones económicas del pueblo cuando interviene en protestas contra la carestía de la vida o inicia una agitación popular tendiente a poner freno a la explotación del Capitalismo