Diferencia entre revisiones de «Minerva»

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* «Del arte prodigioso<br />de pintar las razones,<br />divina perfección, Minerva inspira<br />a [[Gutenberg|Juan de Guttenberg]] que de su rito<br />el bien por siempre a los mortales fije.<br />Con mágica presteza,<br />de la deidad las copias aumentando,<br />se ahuyentará el [[error]], de los humanos<br />el enemigo solo, el padre fiero<br />de cruel [[superstición]] y [[tiranía]];<br />y las viles falanges<br />que impostores ministros acaudillan,<br />con eléctrico golpe destrozadas<br />por los fuertes espíritus que, un día<br />mártires del saber, Minerva ahora<br />en unión milagrosa levantara.<br />
** Meléndez Valdés: ''[http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/poesias-tomo-ii--0/html/fffef000-82b1-11df-acc7-002185ce6064_28.html#I_324_ El destino del hombre]''.
 
* «El sacro alcázar de Minerva».
** Martín Martínez, médico, al referirse al [[cerebro]] humano.<ref>{{Versalita|Reyes Cano}}, Rogelio y Enriqueta {{Versalita|Vila Vilar}}. [https://books.google.es/books?id=a3XU-XAo-4cC&pg=PA173&dq=minerva+diosa&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjp662vscDiAhUx3OAKHS6EBA0Q6AEIPDAD#v=onepage&q=minerva%20diosa&f=false ''El mundo de las academias: del ayer al hoy: actas del congreso internacional celebrado con motivo del CCL aniversario de la fundación de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras (1751-2001)'', p. 173. Universidad de Sevilla, 2003.] En Google Books. Consultado el 29 de mayo de 2019.</ref>
 
* «Había una mujer hermosa llamada Phya, con la estatura de cuatro codos menos tres dedos. Armada completamente, y vestida con un traje que la hiciese parecer mucho más bella y majestuosa, la colocaron en una carroza y la condujeron a la ciudad, enviando delante sus emisarios y pregoneros, los cuales cumplieron bien con su encargo, y hablaron al pueblo en esta forma: —"Recibid, oh atenienses, de buena voluntad a Pisístrato, a quien la misma diosa Minerva restituye a su alcázar, haciendo con él una demostración nunca usada con otro mortal." [...] Muy en breve se extendió la fama del hecho por la ciudad y la comarca; y los que se hallaban en la ciudadela, creyendo ver en aquella mujer a la diosa misma, la dirigieron sus votos y recibieron a Pisístrato.»