Diferencia entre revisiones de «Caracas»

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* «De pronto, al descender de una hondonada, / “¡Caracas, allí está!” dice el auriga, / y súbito el espíritu despierta / ante la dicha cierta / de ver la tierra amiga. / Caracas, allí está; sus techos rojos, / su blanca torre, sus azules lomas / y sus bandas de tímidas palomas / hacen nublar de lágrimas mis ojos. / Caracas, allí está; vedla tendida / a las faldas del Ávila empinado, / odalisca rendida / a los pies del sultán enamorado.»
** [[Juan Antonio Pérez Bonalde]] (1877), ''Vuelta a la patria''.
 
* «Un arpegio verdiazul y contínuo mantiene / la cordillera alrededor de la Ciudad. / A veces puede la niebla / escribir su liviana melodía / en el monte más alto. / Más, / suspenso / cerrándose en sí mismo en torno al valle.»
** [[Luz Machado]] (1964-1966), ''La ciudad instantánea''.
 
* «(...) una de las hermosas frustraciones de mi vida es no haberme quedado a vivir para siempre en esa ciudad infernal. Me gusta su gente, a la cual me siento muy parecido, me gustan sus mujeres tiernas y bravas, y me gusta su locura sin límites y su sentido experimental de la vida. Pocas cosas me gustan tanto en este mundo como el color del Ávila al atardecer. Pero el prodigio mayor de Caracas es que en medio del hierro y el asfalto y los embotellamientos de tránsito que siguen siendo uno solo y siempre el mismo desde hace 20 años, la ciudad conserva todavía, en su corazón la nostalgia del campo. Hay unas tardes de sol primaveral en que se oyen más las chicharras que los carros, y uno duerme en el piso número quince de un rascacielos de vidrio soñando con el canto de las ranas y el pistón de los grillos, y se despierta en unas albas atronadoras, pero todavía purificadas por los cobres de un gallo. Es el revés de los cuentos de hadas: la feliz Caracas.»