Anita Berber

artista erótica alemana
Anita Berber
Anita Berber en los años 1920.
Anita Berber en los años 1920.
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Anita Berber (Leipzig, 10 de junio de 1899-Berlín, 10 de noviembre de 1928) fue una bailarina, actriz de cine y teatro, modelo y escritora ocasional alemana que estuvo en situación de prostitución.

Citas editar

  • «Bailamos a la muerte, a la enfermedad, al embarazo, a la sífilis, a la locura, a la hambruna, a la discapacidad y nadie nos toma en serio».
    • Nota: Anita Berber al periodista Fred Hildenbrandt en 1922.[1]

Sobre Anita Berber editar

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A editar

  • «[Anita Berber] no solo necesitaba atacar a la moral sino también ponerse físicamente en peligro».
    • Klaus Mann, escritor muniqués que la visitó en distintas ocasiones a lo largo del otoño de 1924 y una última vez a finales de 1926, consumiendo con ella cocaína.[2]
  • «Anita Berber, por ejemplo, originalmente una estudiante seria de ballet, bailaba completamente desnuda, tenía numerosos amantes de ambos sexos, consumía enormes cantidades de cocaína, morfina y alcohol y se presentaba con una banda de matones en las entregas de premios montada en bicicleta».[3]
  • «Anita Berber, una criatura fascinante con un cuerpo de efebo, era ya muy conocida por sus bailes nocturnos en pequeños teatros y salas de fiestas. Su cuerpo era tan perfecto que su desnudez nunca resultó obscena».
  • «[Asta Nielsen] nunca aparece desnuda, nunca enseña las piernas, como sí que hace, en cambio, Anita Berber (actriz que enseña el rostro y el trasero a partes iguales)».[5]

B editar

  • «Bailó [inspirada por la] muerte, la locura, la sífilis, el éxtasis, la morfina, el suicidio, la agonía y el orgasmo».[6]

C editar

  • «Cuando los berlineses, saciados de sus libidinosas travesuras y escándalos, se cansaron y pusieron su atención en otras figuras, Anita Berber se convirtió, según un artículo de la época, en "una carroña que hasta las hienas ignoraban". No hubo piedad en la despedida y Anita no la reclamó. Su gloria ya era pasado y el resto era eso que el común de los mortales llamaban vida, algo que nunca le interesó».[7]

D editar

  • «De hecho, en 1923, Anita Berber continuó la trayectoria de la baronesa actuando con monóculo y pipa en el Wintergarten de Berlín, con los senos desnudos y los pezones pintados de rojo "como dos gotas de sangre"».[8]
  • «Desnuda debajo del abrigo de marta, con un mono mascota colgado del cuello y su imprescindible broche de plata repleto de cocaína, Anita Berber repartía sonrisas y frases descaradas que solo una diosa podía permitirse. Su rostro estaba en todas partes: en el escenario con sus celebraciones del "vicio, el espanto y el éxtasis", en los periódicos y revistas de entretenimiento y en la gran pantalla con la primera película de la historia que mostraba la homosexualidad de forma positiva. Bailarina, actriz, escritora y escandalosa de vocación, Anita Berber fue el símbolo de la Weimar decadente y libertina, diosa de una noche que aun no [había devenido] en la más negra de las noches».[9]

E editar

  • «El delirio toxicológico lo impregnaba todo. La actriz y bailarina Anita Berber, un icono de la época, sumergía pétalos de rosas blancas en cloroformo y éter y los chupaba a la hora del desayuno: wake and bake».[10]
  • «El verano de 1922 vio también el comienzo de la furia de las bailarinas desnudas. Una de las primeras fue Berber, quien causó sensación en el cabaré Weisse Maus usando solo mucho maquillaje y un diamante en el ombligo».[11]
  • «En 1924, Anita Berber era ya una leyenda. Solo había sido famosa dos o tres años, pero se convirtió en un símbolo. Las chicas corruptas de clase media querían seguirla lo más de cerca posible. Con el erotismo de la postguerra, la cocaína y su interpretación de Salomé, persistió la perversidad: tales conceptos constituyeron las claves de su gloria. Por su parte, los entendidos se ocuparon de que fuera una excelente bailarina».[2]
  • «En un comentario publicado en Das Stachelschwein en febrero de 1925, una escritora identificada solo con las iniciales K. S. afirmó haber trabajado con Berber durante más de un año y aseguró que [en ese tiempo] "nunca había bailado desnuda". Pero probablemente esta aseveración sea tan exagerada como muchas de las escandalosas fantasías que circulan sobre ella».[12]

F editar

  • «Famosa por su bisexualidad y su adicción a la cocaína en su vida privada pero admirada por el arte, la pasión y la intensidad de sus espectáculos, Berber recibió elogios de críticos respetables como Herrmann-Neiße. Bien distinto tono, sin embargo, muestran ciertos informes policiales, como se deduce de la siguiente descripción de una de las actuaciones celebradas en 1921: "Sus partes íntimas, alrededor de las cuales se ha afeitado el vello púbico, son tan visibles y están tan escasamente cubiertas por una simple cinta que lleva entre los muslos que se distinguen claramente los labios hinchados a izquierda y a derecha de la misma. También se le ve el trasero"».[13]

L editar

  • «La vida licenciosa de Anita Berber atrajo tanto a Dix como a su mujer Martha; acudían a verla actuar allí donde se prodigaba. Berber fue objeto de la codicia de la prensa de la época, que la denominaba "la bailarina del vicio", orquestando de ese modo una imagen distorsionada de lujuriosas resonancias. De ella se resaltó que había estado casada brevemente con un aristócrata y que bailaba en locales como el Wintergarten y el Apollo Theater. No pasó desapercibido para los sensacionalistas que Berber, contramodelo e imagen de la lascivia, frente a las figuras respetables de la esposa y la madre, llevaba una vida agitada amén de mantener una relación sentimental con Susi Wanowski, una de las personalidades de la escena lésbica berlinesa».[14]
  • «Lo suyo era el baile, donde alcanzó la mayor notoriedad con un estilo rupturista y transgresor que fascinaba al público. La gente respondía con aullidos a ese erotismo ostentoso que incluía desnudos totales en el escenario. Muchos la adoraban, pero otros tantos la consideraban una Salomé, la encarnación de la perversidad. Anita disfrutaba de su reputación de chica mala y quiso demostrarlo con espectáculos cada vez más audaces y repletos de la imaginería expresionista como Suicidio, Morfina, Casa de locos o las famosas Danzas del vicio, del espanto y del éxtasis».[15]

M editar

  • «Madre mía, la Berber. Solíamos ir en masa a verla bailar en el White Mouse. Se deslizaba medio desnuda entre las mesas atestadas y cuando llegaba el clímax del número se dedicaba a romper botellas de champán en la cabeza de alguien del público. Una vez rompió una en la de Big Fritz, que casi ni se dio cuenta. También recuerdo haberla visto trabajar en Eldorado, aquel club de sarasas que estaba siempre tan oscuro que casi ni se veía el escenario. Y como bailaba esas melodías tan áridas de Camille Saint-Saëns, haciendo contorsiones y agitándose… volvía loco al público».[16]
  • «Más descarada que París, más ansiosa de cambios, Berlín era la quintaesencia de la transformación con sus excesos en los cabarés literarios, llenos de personajes como la irreverente Anita Berber, quien bailaba desnuda en una de sus performances más provocadoras, Kokaine (1922)».[17]
    • Fuente: Estrella de Diego. «Descarada, inquieta y creativa siempre será Berlín» (2015).

P editar

  • «Pero donde Anita Berber rompió todos los esquemas fue en su vida personal. Era una habitual de los ambientes gays y underground de Berlín y en su círculo de amistades figuraban todo tipo de personajes de los bajos fondos como prostitutas, mafiosos, boxeadores, etc. Sus relaciones lésbicas eran muy numerosas y públicamente conocidas, lo mismo que su adicción a la cocaína y sus excesos con el alcohol. Berlín era por esta época una de las ciudades más liberales de Europa y ella cultivaba su reputación de "chica mala" que al público encantaba».[18]

Q editar

  • «¿Qué es lo que le interesa al público:
    el hambre, la miseria, el sufrimiento de millones de personas,
    cuando miles languidecen en la cárcel?
    ¿Eso le interesa al público?
    Por desgracia, el trasero desnudo de Anita Berber,
    eso es lo que le interesa al público».
    • Nota: Letrilla satírica compuesta por W. Mann y cantada en los caberés de Alemania durante los "felices años veinte". Reproducida en De Jonge, Alex (1978). The Weimar Chronicle – Prelude to Hitler. Nueva York: Paddington Press. p. 162. ISBN 978-0709201366. 

T editar

  • «También se vivió una efervescente y eufórica atmósfera lésbica con una ciudad berlinesa plagada de bares, clubes y asociaciones orientadas a la homosexualidad femenina. Prueba de ello fueron la "reina del cabaré" Claire Baldoff y su pareja Olga von Roeder, centro de la vida social de Berlín. Eran asiduas del club femenino DamenKlub Pyramide en el barrio Schöneberg, donde se reunían con otras mujeres artistas como Anita Berber o Cilly de Rheydt, Claire y Olga también organizaban debates dirigidos a lesbianas sobre política y cultura».[19]

V editar

  • «Vuelvo a Otto Dix para tratar de averiguar el hechizo que le produjo Anita Berber, una reputada actriz que trabajó sobre todo en el escenario y que tuvo relaciones con diversos hombres, sin avergonzarse de utilizar ocasionalmente la prostitución como recurso económico. De hecho, su conocimiento del medio pudo influir a la hora de trabajar a las órdenes de Richard Oswald en Prostitution (1919) en compañía de Conrad Veidt».[20]

Y editar

  • «Ya en 1921, Leonie von Puttkamer comenzó a hacer desaforados esfuerzos por conocer en persona a la famosa Anita Berber. En diarios y revistas, había leído varias noticias sobre las representaciones, envueltas en escándalos, de la bailarina y había visto fotos que mostraban a una mujer pequeña que –vestida con ropa estrambótica o incluso desprovista de ella, en poses inusuales y con ojos contorneados en negro, de expresión lasciva en un rostro con la palidez propia de un cadáver– clavaba la mirada en el lector».[21]

Referencias editar

  1. Kolb, Alexandra (2009). Performing Femininity. Cultural History and Literary Imagination. XII. Berna: Peter Lang. p. 209. ISBN 978-3039113514. 
  2. 2,0 2,1 Mann, Klaus (1930). «Erinnerungen an Anita Berber». Die Bühne (Viena) (275): 46. 
  3. Barber, James David (1995). The Book of Democracy. Prentice Hall. p. 313. ISBN 978-0133400687. 
  4. Riefenstahl, Leni (2013). Memorias. Penguin Random House Grupo Editorial España. ISBN 978-8426421982. 
  5. Balázs, Bela (2006). «Escritos sobre el cine. Fragmentos». Archivos de la Filmoteca (Valencia: Generalitat Valenciana / Institut Valencià de Cultura) (53): 136-147. ISSN 0214-6606. 
  6. Müller, Hedwig; Stöckemann, Patricia (1993). «… jeder Mensch ist ein
    Tänzer» – Ausdruckstanz in Deutschland zwischen 1900 und 1945. Wetzlar: Anabas, p. 50. ISBN 978-3870382506.
  7. Peiró, 2018.
  8. Freytag-Loringhoven, Elsa von (2003). The Politics of Cultural Mediation – Baroness Elsa Von Freytag-Loringhoven and Felix Paul Greve. University of Alberta. p. 22. ISBN 978-0888644121. 
  9. Peiró, 2018.
  10. Ohler, Norman (2016). El gran delirio – Hitler, drogas y el III Reich. Memoria Crítica. Grupo Planeta. ISBN 978-8416771301. 
  11. Rewald, Sabine; et al. (2006). Glitter and Doom – German Portraits from the 1920s. Metropolitan Museum of Art Publications. p. 144. ISBN 978-1588392008. 
  12. Toepfer, Karl Eric (1997). Empire of Ecstasy – Nudity and Movement in German Body Culture (1910-1935). University of California Press. p. 83. ISBN 978-0520918276. 
  13. Jelavich, Peter (2009). Berlin Cabaret. Harvard University Press. p. 164. ISBN 978-0674039131. 
  14. Aliaga, Juan Vicente (2008). Orden fálico. Ediciones AKAL. p. 111. ISBN 978-8446036753. 
  15. Peiró, 2018.
  16. Edugyan, Esi (2012). Un blues mestizo. ALBA Editorial. ISBN 978-8484287193.  Traducido por Laura Vidal Sanz.
  17. Diego, Estrella de. «16. Descarada, inquieta y creativa siempre será Berlín.» En Grijelmo, Álex: Escritos sobre el muro (25 años después). El País Libros, 2015. En Google Books. Consultado el 6 de agosto de 2019.
  18. Ballesteros García, Rosa María (oct.-dic. 2016). «Actrices del cine mudo que no superaron la barrera del sonoro». Aposta. Revista de Ciencias Sociales (Luis Gómez Encinas ed.) (71): 154. ISSN 1696-7348. 
  19. Rodríguez Luján, David (2014). Las mujeres, Alemania y el nazismo. Lulu.com. pp. 90-91. ISBN 978-1291971231. 
  20. Aliaga, Juan Vicente (2008). Orden fálico. Ediciones AKAL. p. 111. ISBN 978-8446036753. 
  21. Rieder, Ines; Voigt, Diana (2004). Sidonie Csillag – La "joven homosexual" de Freud. El Cuenco de Plata. p. 107. ISBN 978-9872161538. 

Bibliografía editar